sábado, 19 de noviembre de 2011

INDIGNACIÓN CONTRA LA DEMOCRACIA DE WALL STREET

Por : EDILBERTO DIAZ GAITAN

Existe realmente una indignación contra el modelo democrático liberal, que ha fracasado con gobiernos de unos pocos, con unos pocos, por unos pocos y para unos pocos. Existe una indignación contra el modelo de democracia representativa, que en épocas pasadas representaba e intermediaba primordialmente por los intereses políticos y económicos de sectores  hegemónicamente dominantes. Ahora, la indignación es porque los Estados con su aparente democracia, representa además intereses y poderes ilegales, mafiosos, desde la contratación legal, la contratación ilegal, y otras actividades propias de la instancia penal y del delito nacional, multinacional, transnacional. Si, existe indignación, contra el Estado que ya no cubre las necesidades básicas, no hace infraestructura, ni presta los servicios públicos esenciales, ya no es el Estado empresario, ni el Estado Bienestar. Eso sí, reparte contratos entre sus “contratistas y sus contratantes de puerta giratoria”, en no pocos casos, previo el pago de importantes “comisiones”.

Existe indignación contra un modelo económico altamente contaminante y de calentamiento global, que destruye para próximas generaciones, el medio ambiente, el habitat natural y humano.

Existe indignación por modelos educativos costosos, de baja calidad, con bajos índices de escolaridad, elevadas tasas de analfabetismo y de deserción académica. Modelos educativos que ahondan diferencias y brinda pocas oportunidades de educación superior, especializada para la mayoría de jovenes en edad escolar. Pero, la principal indignación es contra programas que ofrecen expectativas de ocupación que ya no existen, que no llegarán a existir, que están rápidamente desapareciendo de los mercados laborales. Es una indignación por la ausencia de correspondencia entre lo ofrecido por el modelo educativo y lo ofrecido por el mercado real de trabajo.

Existe indignación, porque el modelo económico impuesto eliminó el trabajo, los cargos o puestos a ocupar. Se ofrecen puestos irreales, inexistentes, que sólo posiblemente existen en la nube inventada por las modernas telecomunicaciones. El modelo económico que se enriqueció con el factor trabajo, ahora se enriquece sin necesidad de ese factor de producción. Aunque tarde, la juventud se percató de esa realidad, le indigna que le presenten y ofrezcan un modelo y un mercado laboral, que en realidad no existe. 

Existe indignación contra un modelo de salud, en el que la mayoría de la población ocupada y cotizante, aporta sólo en beneficio en la atención en salud de unos pocos; mientras tanto, la mayoría de la población clama por una cita, por un remedio genérico que aminore el dolor, aunque no cure la enfermedad.

Existe indignación contra un régimen de pensiones, en el que también la población que alcanza a cotizar permite la pensión millonaria de unos pocos ejecutivos, los burócratas del ejecutivo, sus contratantes, sus contratistas, la burocracia del Congreso, la burocracia de la rama judicial; a los demás, no les corresponden pensiones de privilegio, no les corresponden regímenes especiales, pero sí les corresponden mayores requisitos de edad, de número de semanas cotizadas, bases de liquidación que los dejan en mínimos de pensión de susbsistencia, si es que la logran.

Existe indignación contra un marco legal que enriquece sectores crediticios y financieros, amparados en clausulas abusivas para el otorgamiento de créditos, cobro de intereses, cobro de cuotas por toda clase de transacciones o servicios que deben prestar, escondidos en su nueva figura de “bancarización”. Indignación contra un modelo democrático que bancarizó los servicios públicos, la adquisición de la más modesta vivienda, de la matrícula para obtener educación técnica o superior universitaria, para la adquisición de un vehículo, o de la más sencilla motocicleta. Si, existe indignación contra un modelo “democrático” que con precios elevados, le esconde al sector financiero, el cobro de intereses, que ya están comprendidos en los precios fabulosos en salud, en educación, en vivienda, en la adquisición de vehículo, en el pago de servicios públicos. Pero claro, dan la facilidad, tan nobles, de hipotecarles, la misma vivienda que también previamente  vendieron y financiaron por dos, tres, o más veces su valor real, y nos ofrecen la posibilidad que les garanticemos su noble financiación con nuestras pensiones, nuestros pírricos e indignantes salarios. De prestaciones sociales laborales, ya ni hablar.

La indignación llegó tarde a Europa Occidental, a las mismas calles de Wall Street. No se han percatado que protestan contra un modelo que ya no existe. La contratación, el empleo, el factor trabajo, ya no existe. Para el nuevo modelo el trabajo, la contratación son un estorbo; el modelo ya no los necesita.  los desempleados, los subempleados, los indignados, se  constituyeron en una verguenza y un estorbo para el modelo global.

El modelo educativo que les ofrecieron ya no sirve; el trabajo que esperan recibir tampoco existe; los mercados competitivos que esperaban encontrar tampoco existen. Desde hace centurias, los economistas del mercado, de la oferta y la demanda, de la libre competencia, crean teorías y políticas  anticíclicas, para un modelo cada vez más inexistente, para una economía de empresas e industrias que desaparecen rápidamente. Si la economía que nos proyectan se ausenta, no existe, la crisis se causó y existe es en la democracia, con todas sus formas de dominación, subordinación y desaparición de una sociedad con seres humanos dignos, que puedan alcanzar trabajos dignos, bien remunerados, con unos servicios públicos, vivienda, educación, y una vejez digna para seres humanos. Eso es todo lo que claman los indignados. La democracia fue incapaz de crear un modelo donde coexistan unos ricos cada vez mas ricos, con unos pobres en condiciones de dignidad, justicia y libertad. 

Los políticos, sus intelectuales, sus medios de comunicación, sus ideólogos, sus periodistas financieros, los sectores hegemónicamente dominantes, centraron el análisis, la discusión, en formas de gobierno, en partidos políticos, en capitalismo, socialismo, libertad, justicia; mientras tanto, en aras de la democracia, con su poder legal en un principio, su poder ilegal después, y ahora con sus poderes mafiosos, sólo ha contribuido a crear una sociedad global empobrecida en beneficio de un reducido grupúsculo de contratantes y contratistas enriquecidos con su propia estructura legal, ilegal y en no pocos casos mafiosa. China, Rusia, Italia, y muchas de las sociedades latinoamericanas, representan un buen ejemplo.

Lo de fondo, es una indignación contra la democracia; lo secundario, lo aparente, es la indignación contra Estados, sus gobiernos, su corrupción, sus contratantes, sus contratistas, que dilapidan el pago de nuestros impuestos y comprometen el futuro de próximas generaciones. El problema no es wall street, lo que representan algunas bolsas de valores,  mercados financieros y de capital. Allí, simplemente es el lugar donde se produce el asalto, el escándalo financiero, la usurpación de la riqueza producida por el sector real de la economía, amparados en un supuesto modelo democrático.
COLUMNA PUBLICADA EN REVISTA MANUAL DEL CONTADOR No. 367